Desde diciembre, el Gobierno argentino encabezado por el Presidente Javier Milei ha implementado un programa audaz para contener la inflación, evitando así una posible hiperinflación que podría desencadenar el colapso social. Enfoque liberal, fiscal y ortodoxo son las claves de esta estrategia.

El programa se centra en evitar la convalidación de los aumentos de precios mediante una mayor inyección de liquidez. La ancla fiscal se presenta como la herramienta principal para evitar el colapso del tejido social, abordando las variables económicas clave como el tipo de cambio, tarifas públicas y comercio exterior.

Las mediciones de alta frecuencia sugieren que la inflación está retrocediendo desde la tercera semana de enero. Consultoras privadas como Econométrica, LCG y EcoGo respaldan estos resultados, destacando una disminución significativa en la tasa de inflación.

Econométrica reporta una variación intermensual del 13% al cierre de la tercera semana de enero, la mitad de lo registrado en diciembre. LCG identifica una desaceleración en alimentos y bebidas no alcohólicas, marcando la primera vez en 14 semanas. EcoGo proyecta aumentos del 4% semanal, reflejando un proceso de desaceleración continuo.

Aunque el efecto de arrastre estadístico podría llevar la inflación mensual de enero al 20%, la estrategia gubernamental ha logrado notoriamente desacelerar el IPC en las últimas dos semanas. La limitación en la emisión de dinero ha sido clave, impidiendo que los comercios suban los precios y marcando un cambio fundamental en la dinámica económica.