
La orden fue clara, no hay vuelta atrás. Decisión que destina gloria.
«Observad cómo se queman los barcos… Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que, si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares» fueron las palabras que el célebre autor Campuzano puso en la boca de Alejandro Magno luego de haber ordenado la quema de sus propios navíos, ya que el enemigo le triplicaba en número en las costas Fenicias. Este discurso digno del hombre que lo vociferó, dio una razón nueva a sus tropas para la victoria: No bastaba solo con el regocijo de la gloria, ahora se luchaba por la propia supervivencia personal, negándole así cobardía alguna a sus tropas, en una muestra obsecuente de determinación y victoria por los siglos venideros.
Buscando una alegoría con el presente, los barcos del oficialismo están ardiendo en las afueras del parlamento nacional, con el fin magnánimo de la aprobación en la Cámara de Diputados de la Ley «Bases y puntos de partida», no solo se busca la aprobación de la normativa que cambiará el futuro argentino, sino también la supervivencia y estabilidad del ejecutivo. No hay vuelta atrás, y la no aprobación de la ley no es una opción para el gobierno nacional. En el recinto legislativo se libra la batalla más importante que ha dado el liberalismo en la historia moderna Argentina.
«Se ganará la batalla, pero aún no la guerra», se escucha en los pasillos del Poder Legislativo, los números están para la aprobación de la ley en su normativa general, dando lugar a pequeñas batallas en su articulado, donde se exhibirá la cintura política de las primeras y segundas líneas del gobierno de Javier Milei, que mediante difíciles negociaciones han logrado celebrar diferentes acuerdos con los gobernadores y partidos políticos no hostiles al voto popular.
Si el destino y la buena fortuna lo quiere, nos galardonaremos con la célebre escritura «la victoria no depende del número de los soldados, sino de la fuerza que vienen del cielo».